13.12.09

Todo por una silla en el BAPRO, escribe SANDRA CRUCIANELLI, en Solo local

Dámaso Larraburu no se iba a quedar de brazos cruzados cuando supo que su mandato como miembro del directorio del Bapro no sería renovado. El lobbista y cacique del peronismo bahiense, que nunca pudo ganar para sí la intendencia bahiense, pero sí los beneficios de excelentes posicionamientos en las altas esferas estatales, hizo lo que mejor sabe hacer: mover los hilos detrás de la escena para lograr que otros hagan lo que él quiere. Y después decir: "yo no tuve nada que ver". De esta forma, y siempre a través de intermediarios, se convenció a diputados provinciales del oficialismo y la oposición para que votaran una curiosa ley: la ampliación del directorio del Bapro de 9 a 11 miembros. Aunque los bonaerenses no sepamos para qué queremos más directores en el Bapro, cuyos sueldos y viáticos deberemos financiar de nuestros bolsillos, los legisladores bonaerenses votaron sabiendo de antemano, que una de las sillas tiene dueño. El que más pataleó ante el gobernador Daniel Scioli a favor de Larraburu fue nuestro intendente, quien -nobleza obliga-, salió en auxilio de su jefe político cuando vió que su destino era quedar fuera de la banca provincial, desde donde se puede controlar mucho más de lo que uno imagina. Con el directorio ampliado, se hace dificil negarle una silla a quien fue 3 veces diputado nacional y lleva 2 mandatos completos en el Bapro. Semejante cuadro, como dió a entender Breitenstein, no se iba a conformar con ir a la Autoridad del Agua.

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