13.7.08

El toro Alfredito y el Sojete urbano, por José Sánchez


Los 150 días de conflicto que se cumplirán el próximo 11 de Julio parecen hacer necesarias estas breves reflexiones.
Al margen de las prolijas exhalaciones democráticas de los señores del campo, que se avinieron al tratamiento bicameral de la célebre resolución 125, es conveniente darle a este festín mediático del gorilaje exultante, su real dimensión.
Una vez más se trata de Braden o Perón.
Una vez más se trata de la lucha feroz por un proyecto de país.
Una vez más, en fin, es la forma en que la lucha de clases se da en nuestro país y en la América Latina toda. Lucha de clases en el más claro sentido de dominadores versus dominados, de explotadores versus explotados, de acuerdo con las modalidades propias de las relaciones sociales históricamente establecidas y en curso, en nuestro particular modo de producción de capitalismo agro-dependiente, períférico y mafioso…
En términos más claros, el banquete menemista para pocos, que desembocó en el caos del 2001-2002, proporcionó, al bloque hegemónico dominante, una nueva lección: no es conveniente promover la rapiña imperial capitalista hasta el punto de poner en riesgo la existencia de la propia fuente de ganancias. Es así que, en el interregno 2003-2008, aflojaron la presión, permitiendo que la vaca volviera a engordar un poquito. Ahora, con el impulso que les da el fabuloso negocio de los bío-combustibles vuelven, otra vez, por todo.
Y otra vez nuestras benditas clases medias vuelven a servir de idiotas útiles para un nuevo y muy antiguo proyecto, que, de modo más rápido que tardío, las tuvo (e inevitablemente las tendrá) entre los perdedores del modelo.
Otra vez los sectores más débiles de la producción agraria vuelven a servir de fuerza de choque a favor de sus victimarios.
El mito racista de los impuestos que me sacan la plata para regalársela a los negros de mierda del gran Buenos Aires cala hondo en lo más miserable de estos sojetes medios (urbanos y agrarios).
Los sojetes urbanos, en sus varias versiones (pánfilos y tibios radicales desorientados a la búsqueda desesperada de un líder a quien seguir, para enfrentar a la barbarie morocha y peronista, los troskos marcianos pidiendo la reforma agraria y así encuadrándose objetivamente al servicio del imperio y de los sectores dominantes —como por otra parte han hecho siempre y cada vez que la ocasión se presentó—, y, en general, variopintos sectores medios consumidores acríticos de los medios masivos), están en decidida actitud confrontativa con el gobierno popular de los Kirchner.
Y aquí es necesario ser claros con todos los compañeros que han manifestado dudas con respecto al apoyo irrestricto que en esta instancia hay que prestar a nuestro gobierno.
En estas circunstancias no tiene mayor relevancia si me dan o no la personería gremial. No tiene relevancia si me parece que debería hacerse una mejor y más profunda política de inclusión social y de redistribución de la riqueza. No tiene relevancia si el INDEC es presa fácil para el periodismo y la gilada de los sojetes. No tiene relevancia si en los espacios territoriales concretos nos tocó perder con antiguos aparatos mafiosos pejotistas que tuvieron el permiso para usar el sello Kirchnerista. No importa tener conciencia de que un buen porcentaje de los antiguos jefes mafiosos del PJ está con nosotros sólo a la espera de que las circunstancias políticas les permitan eliminar a Néstor Kirchner, a quien por otra parte odian fervorosamente.
NO ES TIEMPO DE DUDAS
No es tiempo de mezquindades.
Este sólo es el primer round.
Y estamos solos. Nosotros, los movimientos sociales, y el pueblo.
Pero este apoyo irrestricto y fervoroso, al estilo de la loca de Hebe, no puede ni debe impedirnos la autocrítica imprescindible dentro de los múltiples grupos que componemos el campo nacional y popular hoy.
En los niveles de la administración central son evidentes la impericia y la desidia con respecto a la gestión de gobierno, francamente estúpida y peligrosa, para nuestros propios intereses y para los del pueblo al cual pertenecemos y defendemos. Tal parece que algunos compañeros interpretaron que la victoria electoral de Octubre nos permite relajarnos, laburar al tranquito y dedicarnos con todo fervor a las habituales zancadillas, codazos y puñaladas traperas propios de toda gestión pública.
En el caso de los múltiples kioscos que componen el entramado de los movimientos sociales, representados en diversas áreas de la gestión, esta agotadora estupidez, que por otra parte debemos reconocer como inevitable, es no sólo peligrosa, sino que además alimenta el beneplácito de las antiguas estructuras mafiosas del pejotismo duhaldista. Que sólo está esperando el fracaso del proyecto encarnado en los Kirchner para volver a cerrar acuerdos con la derecha neoliberal, ofreciendo su reconocida capacidad de contención social por medio del asistencialismo clientelista, conformando así el ala consevadora-popular del proyecto global que el imperio nos asigna, al igual que lo hizo Menem, pero es dable suponer que, esta vez, tratarán de atender con mayor cuidado las reacciones de los excluidos, combinado asistencialismo con represión en las dosis necesarias para su proyecto. Sí, represión lisa y llana. No hay límite para la represión si se tiene el apoyo de la clase media, del sojete urbano. (Recordar el proceso…).
Me siento en la ineludible obligación, aunque sólo sea por vejez, de decir claramente a todos los compañeros —y en especial a los más jóvenes— que no crean que la victoria electoral de Octubre, o la votación en la cámara de Diputados y la esperable ratificación de la Cámara de Senadores, nos garantizan la victoria.
Ni siquiera nos garantizan un necesario descanso para reorganizarnos, discutir política, abocarnos seriamente a la formación política de cuadros y desarrollar la capacidad militante de nuestros compañeros.
Repito: Este sólo es el primer round.
Debe haber una fuerte discusión político-ideológica hacia adentro de la CTA. Esto no se puede posponer. Debe haber discusión política en todos los planos de la militancia, en todos los sectores que componen el movimiento nacional y popular. Al tiempo deberemos multiplicamos para atender las urgencias político-militantes del presente y, con toda seguridad, del futuro próximo y mediato.
Es evidente que debemos atender imperiosamente al trabajo hormiga de carácter ideológico-político en los sectores medios que aún podamos recuperar. En nuestro país no se pueden ganar elecciones sin el apoyo significativo de al menos una parte de la clase media. Hay que evitar a toda costa el abroquelamiento de estos sectores en nuestra contra. Esto sería fatal.
Es necesario que los funcionarios de nuestro gobierno se empeñen seriamente en desactivar, e incluso reincorporar, en nuestro espacio, a los sectores pequeños y medianos del sector agrario.
La revancha y el maltrato que podrían generar en nuestras filas la actitud de estos tontos útiles a los intereses de los grupos económicos concentrados son una pésima opción.
Estamos hablando de política en tanto y en cuanto conforma el conjunto de acciones sociales que individuos, grupos y sectores llevan a cabo en defensa de sus intereses y convicciones, en la lucha por el poder legal y legítimo, en el seno de una estructura social dada.
En este sentido, no es tiempo de revanchas, ni de sentimientos personales. Son lujos malsanos que no nos podemos dar.
Para ellos es más fácil. No discuten ideologías. Imponen sus intereses y su dominio y encima… aprenden.
Compañeros, además de apelaciones más o menos retóricas a la mística, fuera de tiempo y contexto, apelemos a la inteligencia, a la unidad de los grupos que componen el movimiento nacional y popular.
Hagamos política. Discutamos política.
Es tiempo.

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